Es habitual que en toda familia se den desacuerdos o dificultades que derivan en conflictos. En ocasiones estos se originan en torno a cuestiones sin demasiada importancia, y entonces se solucionan con rapidez. Pero otras veces, pueden prolongarse en el tiempo y generar un ambiente tenso, así como malestar en cada uno de nosotros. Veamos entonces qué podemos hacer si nos encontramos en esta situación.

 

Cada uno de nosotros en el conflicto familiar

 

Ante una discusión siempre se generan diferentes perspectivas, ya que cada uno de los miembros lo vive de una manera u otra. La experiencia de cada persona es única, y por lo tanto puede diferir de la nuestra.

Este es un punto de partida importante, ya que nos ayudará a entender que probablemente cada persona tenga una realidad y esta sea cierta. A partir de este planteamiento podemos reflexionar sobre qué ha provocado en nosotros el conflicto familiar, cómo hemos reaccionado, qué emoción está debajo, etc. Después, podemos hacer lo mismo poniéndonos en el lugar de la otra persona. De esta forma empatizamos, salimos de nuestra perspectiva para entender qué ha podido sentir el otro, cómo ha experimentado mis palabras, mis comportamientos, etc. Con esto buscamos acercarnos a la otra persona y, además, rebajamos la intensidad de nuestras emociones al racionalizarlas.

 

Momento de dialogar

 

Una vez que hemos reflexionado sobre la experiencia de la otra persona, es probable que estemos más dispuestos a establecer un diálogo. Es importante que permitamos al otro expresarse libremente, aunque no coincidamos, y que escuchemos con atención lo que tiene que decirnos. Quizás, gracias a ello, consigamos definir el problema desde ambas perspectivas y encontremos puntos en común donde estemos de acuerdo. Cuando queramos expresar nuestras emociones, es aconsejable hacerlo en primera persona, sin responsabilizar al otro de las mismas. Para ello podemos emplear “mensajes yo”, donde en lugar de decir “eres un desconsiderado” diremos “siento que no me tienes en cuenta cuando…”

Por último, debemos tener presente que, para resolver un conflicto familliar, es importante trabajar como equipo. De esta manera, evitaremos emplear soluciones que apelen a una sola persona, y trataremos de responsabilizarnos con las mismas. Aquí resulta imprescindible negociar, ya que todos los miembros deben estar conformes con la solución elegida.

Si estás atravesando un conflicto familiar y no sabes cómo gestionarlo, recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585

 

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