Pues eso, esta semana nos ponemos cañeras con las expresiones, de nuevo. «Déjalo, no es lo tuyo» es la frase estrella de esta semana. Cuando alguien nos dice algo parecido pueden suceder varias cosas. Puede que se nos quede «poker face» y no sepamos qué decir. Puede que nos enfademos y entremos en una guerra con argumentos. O puede que nos lo creamos y dejemos de hacer lo que estábamos haciendo.

Cualquiera de los casos, no es la respuesta más correcta. Veamos por qué:

Cuando me bloqueo y no digo nada…

En realidad esto es una forma de dar la razón. Aunque por dentro estemos pensando que la persona que me ha dicho la frase estelar no tiene razón, al callarnos y bloquearnos le estamos dando un argumento. «El que calla, otorga» que se suele decir.

Cuando me defiendo…

Cuando, después de decirnos esto, nos defendemos con reproches o visiblemente afectados, tampoco es una buena idea. En realidad estamos dando a la persona que nos lo dice un poder: el poder de decirnos lo que debemos o no debemos hacer. Si se nos ve afectados, la persona sabrá que su opinión al respecto nos pincha. Por esto, se verá con la capacidad de continuar diciéndonos este tipo de cosas.

Cuando dejo de hacerlo…

Esta quizá es la respuesta que más grave nos parece. Cuando alguien censura lo que estamos haciendo y nosotros dejamos de hacerlo, le estamos dando un poder mayor que la anterior respuesta. El que alguien piense que algo no lo haces bien, no es determinante para que dejes de hacerlo.

La respuesta más correcta sería…

La respuesta ideal por todo lo que hemos mencionado es mostrar mis argumentos de forma asertiva. Esto quiere decir que, entre otras cosas, podamos exigir el derecho a hacer algo aunque no nos salga bien. Porque a veces nos apetece hacer cosas que no necesariamente tienen que ser productivas. Puedo querer aprender a tocar un instrumento de música y no tener muy buen oído. En principio, me costará más que a alguien que tenga buen oído. Pero si lo hago por el simple hecho de que me es placentero, ¿por qué dejar de hacerlo? No es que quiera ser Mozart, solo lo hago por pasarlo bien. Expresar este argumento implica que yo primero me lo tengo que creer. Por eso, es importante hacernos esta pregunta, con esta actividad, ¿busco reconocimiento o simple divertimento?

Te animamos a que reflexiones tanto si te ves reflejado en el que dice la frase como en el que contesta.

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