Muchas veces las personas que vienen a hacer terapia no se lo cuentan a sus familias. Ese es el pan nuestro de cada día. Aunque la imagen de la psicología ha mejorado mucho todavía hay reticencias. Incluso con nuestra familia. Nos da miedo lo que puedan decir, que lo entiendan o no, que se preocupen. Pero también, comprendemos que es complicado ver sufrir a alguien de tu familia y no saber cómo ayudarle. Así que hemos pensado en mostraros algunos tips que pueden ayudar.

¿Pregunto qué tal la terapia o no?

Cuando presuponemos o intentamos adivinar qué necesita alguien, existen muchas posibilidades de que no acertemos. Nos pasamos la vida pensando en lo que piensan y sienten los demás y sin embargo, no somos expertos en el tema. Lo mejor que podemos hacer es preguntar qué es lo que la persona necesita. Podemos pensar que el hecho de preguntar por la terapia hará que el otro se agobie. O que el no hacerlo indique indiferencia. Dejemos que sea la otra persona la que diga si es así o no. 

Eso también implica que debemos aceptar la respuesta que nos dé, tanto si es lo que yo quería como si no.

¿Cómo puedo apoyarle?

En este punto nosotras siempre tiramos de la empatía. ¿Qué me gustaría a mí si estuviera en su lugar? Y creemos que en lo que todos coincidimos es en que nos sentimos apoyados cuando no nos juzgan. Este punto es muy importante. La persona que acude a terapia, por lo general, no se encuentra bien. Puede que la dificultad que le haya llevado a pedir ayuda a mí me parezca que no es para tanto. Y si expresamos esto, es un juicio, por poner un ejemplo. Porque no es para tanto para mí que quizá tengo facilidad con eso en concreto. Pero si para el otro es algo doloroso debemos intentar comprender por qué. Esto nos acercará a la persona y podremos ayudarle mejor.

¿Cómo debo tratarle?

Otra de las dudas más comunes cuando tenemos a un familiar que está acudiendo a terapia es qué debemos hacer, decir, para colaborar. Entendemos que a ninguno nos gusta ver sufrir a alguien que queremos. Sin embargo, nuestra forma de tratar a la persona no tiene que cambiar porque esté acudiendo a terapia. Esa es una razón insuficiente e inestable en el tiempo. Si la persona necesita algo de nosotros es ella quien tiene que trabajarlo en la terapia y hacérnoslo saber.