El maltrato es una forma de agresión prolongada en el tiempo entre personas que mantienen una relación, sea cual sea su naturaleza. Este puede ejercerse de diversas formas, y el fin último es el control y la manipulación. Como consecuencia, la voluntad de la persona maltratada queda reducida y pueden darse secuelas físicas y psicológicas.

 

Formas de maltrato

 

Algunas formas de maltrato pueden llegar a pasar desapercibidas, por ello un primer paso para tomar conciencia es saber identificarlas.

El maltrato físico incluye cualquier forma de agresión que produce un daño físico en la persona, como los golpes, heridas e incluso el abuso sexual. También puede ejercerse mediante gestos violentos hacia objetos con el fin de intimidar o amenazar, como por ejemplo golpear una mesa.

El maltrato verbal o psicológico es aquel en el que se provoca un daño emocional en la persona mediante la humillación, la invalidación o el aislamiento, entre otras. Puede acompañarse de violencia física, pero se ejerce a través de la conducta verbal o de determinadas dinámicas. Algunos ejemplos son el chantaje emocional, la negación de la realidad, la culpabilización, la sumisión, los insultos, el menosprecio, etc. Las secuelas no son visibles, pero son muy dañinas y perduran en el tiempo.

Es importante señalar que no sólo es maltrato cualquier dinámica perjudicial prolongada en el tiempo, sino también la falta de respuesta. Esto es lo que ocurre en la negligencia o el abandono, cuando no se satisfacen las necesidades de cuidado, protección, afecto o fisiológicas de una persona de manera intencional.

 

La dinámica

 

Cuando alguien se encuentra inmerso en una relación de maltrato, sea familiar, de amistad, relación íntima o laboral, no es sencillo darse cuenta. Es posible que se sientan responsables o culpables de recibir ese trato, lo que puede generar confusión y vergüenza, y dificultar la búsqueda de ayuda.

Además, es probable que el maltrato se haya establecido bajo una promesa de cambio, alternando períodos de calma y tensión. Este ciclo de violencia provoca que la persona permanezca en la dinámica y sea más difícil salir de ella. Pedir ayuda puede ser complicado, porque supone culpar a la otra persona y asumir que no nos merecemos ser tratados así. Y esto puede ser costoso cuando nos hemos creído que no nos merecíamos más, o que habíamos hecho algo mal.

Las consecuencias del maltrato influyen de manera negativa sobre todos los aspectos de la vida, y a menudo perduran, aunque este haya concluido. Por ello, si crees que estás sufriendo maltrato o estás experimentando las consecuencias de haberlo vivido, recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585

 

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