En ocasiones, convivir con nuestros pensamientos puede ser complicado. Más aún cuando sentimos que se genera una avalancha de ideas, creencias o imágenes negativas dentro de nosotros. Esto es algo habitual, ya que el pensamiento es libre, pero también puede provocar un gran malestar si no se gestiona correctamente.

 

Los pensamientos negativos

 

Lo primero de todo, queremos aclarar que tener pensamientos negativos no es algo patológico. Al igual que existen pensamientos beneficiosos que nos motivan y nos  ayudan a ser felices, otros pueden provocar justo lo contrario.

Estos últimos pueden llevarnos a hacer suposiciones anticipadas, o hacernos creer afirmaciones sobre nosotros mismos o sobre los demás que no son ciertas. Por ejemplo, que no valemos nada, que siempre hacemos todo mal, que no seremos capaces de superar algo, etc.

Además, suelen surgir de manera casi automática y nos invaden provocando emociones desagradables como miedo, ira, preocupación, inseguridad, o estrés entre otros. En estos momentos podemos sentir que perdemos el control sobre ellos, ya que, a su vez, estas emociones pueden provocar que surjan más pensamientos negativos.

Un ejemplo de pensamientos negativos son las llamadas distorsiones cognitivas o pensamientos irracionales. Estos se caracterizan por apoyarse en suposiciones no demostrables, generalizaciones y percepciones distorsionadas o catastróficas de las realidades que vivimos. Pueden provocar en nosotros emociones negativas intensas y de larga duración, además de que obstaculizan la búsqueda de soluciones y la consecución de nuestros objetivos.

 

Cómo actuar

 

Es cierto que nuestro cerebro es una máquina de producción de pensamientos constante, por lo que no podemos tener un control absoluto sobre lo que pensamos. Sin embargo, sí podemos tenerlo sobre qué hacemos con dichos pensamientos, de forma que evitemos o reduzcamos su influencia sobre nosotros.

El primer paso para ello es detectarlos, reconocer cuándo estamos teniendo una forma de pensar no saludable y alejada de la realidad. Para lograrlo, podemos valorar qué hechos objetivos tenemos a favor y cuáles en contra de ese pensamiento. Por ejemplo, ¿es cierto esto que me digo a mí mismo? ¿Siempre ocurre así? ¿Hay otra posible explicación? Y a continuación, intentar generar un pensamiento alternativo que sea más sano y cercano a la realidad.

Si sientes que a menudo tus pensamientos te generan un elevado malestar y estás experimentando dificultades para combatirlos, recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585.

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