En ocasiones, atravesamos momentos donde nuestras emociones nos hacen saber que están ahí, pero de manera diferente. Puede que experimentemos dolores intestinales, náuseas, bruxismo, dificultades respiratorias, e incluso problemas sexuales. Aparentemente podemos pensar que se debe a una casusa física, pero una vez descartamos esta posibilidad, ¿qué es lo que está pasando? Esto es lo que se conoce como somatización.

 

La somatización: ¿qué es y por qué ocurre?

 

Nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestro cuerpo están relacionados entre sí. A veces, las situaciones que experimentamos nos provocan emociones negativas, que también generan preocupaciones, de forma que estas influyen de nuevo sobre nuestras emociones. Se crea así un círculo que a veces ignoramos y silenciamos. Sin embargo, sigue estando ahí.

Es entonces cuando experimentamos diferentes síntomas físicos de manera recurrente. Algunos pueden tener que ver con la tensión muscular, como el bruxismo, o los dolores cervicales y de hombros. Otros nos pueden provocar fuertes dolores de cabeza, dificultades de respiración o problemas gastrointestinales como estreñimiento, disminución del apetito, etc. Entonces solemos acudir al médico, o buscar en internet qué nos está pasando, sin tener en cuenta que quizá tiene que ver con cómo estamos. Lo que ocurre entonces, es que nuestros problemas emocionales se expresan a través de nuestro propio cuerpo, para avisarnos de que están ahí. Y, sobre todo, para avisarnos de que es necesario atenderlos.

 

¿Cómo puedo actuar?

 

En cierta medida, es muy posible que todos hayamos somatizado en algún momento de nuestra vida. A veces, simplemente hace falta parar y cuidarnos un poquito. Sin embargo, lo primero y más importante es descartar cualquier causa física, para estar seguros de que principalmente se deben a los problemas emocionales presentes.

Una vez estamos seguros de que esto es así, podemos preguntarnos qué está ocurriendo en nuestra vida y cómo nos está haciendo sentir eso. Este momento puede dar algo de vértigo, sobre todo si estamos acostumbrados a evitar pensar en ello.

A continuación, podemos tratar de abordar este malestar: ¿Hay algo que pueda hacer para reducirlo? ¿Tiene que ver con mi forma de pensar? ¿Me puede ayudar hablarlo con alguien? ¿Hay algo que pueda cambiar o evitar?

Otro aspecto importante que será necesario atender es nuestro estilo de vida. ¿Cuánto me dedico a cuidarme? ¿Hago actividades que resultan beneficiosas para mí y mi bienestar emocional? A veces, empezar por cuestionarnos estos aspectos y realizar los cambios convenientes, puede ser de gran ayuda para gestionar los síntomas somáticos.

Sin embargo, cuando estos síntomas se prolongan en el tiempo puede ser útil recurrir a la ayuda profesional. Si crees que tienes dificultades para gestionar los síntomas psicosomáticos, recuerda que puedes pedir cita para una entrevista gratuita en info@lapuertaazul.net o en el 634 505 585

 

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